miércoles, 6 de enero de 2010

HOBIN ROOD

Así como hay ambientes donde predomina el calor, el frío o la humedad, en el ambiente que este breve relato intenta describir predominaba el malhumor. El motivo es que los selectos individuos que pueblan este texto (ficticio o no) habían discutido acaloradamente durante horas, sin llegar a ninguna solución satisfactoria. Debían nombrar sus nuevas instituciones de forma homogénea para que, sin importar su locación geográfica, pudieran ser identificadas por los "clientes". Esto de "clientes" había sido otro acuerdo: se le llamaría así a las víctimas, para que el juego de palabras las distrajera de lo que realmente ocurría. Pero en cuanto al nombre que llevarían sus instituciones, no lograban llegar a un acuerdo.

-Depósito.- Había propuesto uno, con una acogida tibia.

-Hobin Rood.- había bromeado otro que, al ver las escasas risas que conseguía, se vió obligado a explicar luego su broma: -Ya saben, como Robin Hood pero al revés.-

Ni siquiera explicándose logró hacer reír. El tema era serio. Y no sólo serio, urgente. Se estaba perdiendo valioso tiempo, de ese tiempo que no se mide en segundos (inútiles, los segundos, no sirven para comprar nada) sino en dinero, en útil y precioso dinero.

-¡Ya sé! ¡Lo tengo!- Exclamó inesperadamente uno de ellos.

Los demás miraron inquisitivamente. El otro, sonriendo con suficiencia, habló.

-Lo llamaremos Banco.-

La acogida esta vez fue calurosa.

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