lunes, 28 de diciembre de 2009

ALGUNOS BUENOS MOTIVOS PARA EL AGNOSTICISMO

Durante una gran parte de la pequeña parte que creo haber vivido de mi vida (tengo, en este preciso momento, veinticinco años), me consideré un ateo rígido y absoluto. Supuse que mi lógica, que comenzó como intuición a una edad en la que aún no podía acceder a la lógica, era absolutamente hermética, sólida y, por sobre todas las cosas, irrefutable. Hoy acepto, no sin algo de verguenza, que quizás mi convencimiento de la inexistencia de un dios sea tan ciegamente pasional como el convencimiento de quienes sí creen en él. Y que, en el inútil campo de las conjeturas, el ateísmo es sólo otra conjetura más. Es cierto que tiendo a aceptar más a los exponentes del ateísmo, pensadores brillantes como Richard Dawkins, que dicen con palabras mucho más científicas lo mismo que mi intuición y mi razonamiento me vienen diciendo desde siempre. Pero aún siendo ateo en un noventa y nueve por ciento, ese uno por ciento de margen de error alcanza para moverme del casillero "ATEO", que por definición sólo acepta devoción absoluta, al casillero "AGNOSTICO", más abierto, menos específico. Lo mismo aplica para aquellos creyentes que tienen aunque sea una mínima duda, que sinceramente pienso, deben ser casi todos. El llanto que he visto más de una vez en la cara de un creyente ante la pérdida de un ser querido es el llanto que nace en el dolor de lo irrecuperable. Por otro lado, también he visto supuestos "ateos" asustados ante la posibilidad de recibir un castigo post mortem por sus convicciones heréticas. Si consideramos esto, podríamos llegar a la conclusión de que una abrumadora mayoría de la humanidad es, en su verdadera esencia, agnóstica. Es cierto, nadie puede probar que no exista un dios. Tampoco puede nadie probar que sí exista. La vasta colección de dioses que fuimos acaparando, tanto politeístas como monoteístas, tanto benévolos como rencorosos, tanto salvadores como castigadores, resalta grotescamente nuestra desesperada ignorancia, la evidencia de que estamos tanteando en la oscuridad, y confundimos cualquier roce de nuestros dedos con una nueva e irrefutable verdad. Las tendencias claramente demagogas de instituciones como la iglesia, recopilando y analizando los miedos e inseguridades humanas para ofrecer luego una solución redonda y ridículamente infantil, me llevan a pensar que nadie, absolutamente nadie, sabe más de lo que yo o cualquier otra persona puede saber. O sea, nada.

Me gustaría llegar a ver el día en que el mundo deje atrás la superstición de la fe, al igual que ese otro tipo de superstición moderna que es la confianza ciega en la ciencia y sus verdades. Aceptemos, aun dentro del marco de nuestras tendencias filosóficas, que no sabemos. Y para quienes argumentan que el mundo sería mucho peor sin las regulaciones morales que impone la religión, tengan en cuenta que de poco vale la moral si proviene del primitivo miedo al "castigo eterno". Busquemos la moralidad, la verdadera moralidad, fuera de esa especie de jaula fantasma en la que viven encerradas tantas personas; promovamos la empatía y la solidaridad en su estado puro, sin promesas de salvación ni amenazas de tortura eterna. El agnosticismo es difícil de sobrellevar, pero sería más fácil en un mundo justo y feliz. Aunque sea sólo un poco más justo y sólo un poco más feliz.


1 comentario:

  1. Encuentro increiblemente atinado definir el factor de la incertidumbre en cuanto a las creencias como un puente entre el creer y el no creer, considerando que la duda ha hecho a varios fieles integrarse a las filas de los "ateos" y a varios no-creyentes pasar al bando de la iglesia. Solo hay que entender que los numeros de los "ateos" son significativamente menores a los de los creyentes ya que estos últimos tienen una corporación masiva detrás para(como decimos los mercadólogos) no perder participación de mercado en tiempos de incertidumbre.

    No temas a dios, teme a sus hordas de ignorantes.

    Para finalizar creo que en realidad todo sería mas fácil en un mundo mas justo y feliz pero la realidad es otra jaja.

    ResponderEliminar